Rectoría

Lo bueno, lo malo y lo feo del ser hipermoderno.

  • Feb 09, 2025
  • Por: Rubén Darío Orozco Palacio
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Con él mal ejemplo del presidente Petro, adicto a “comunicar” por la red X, que “gobierna” por trinos a través de este medio, vale la pena analizar este fenómeno como efecto de una causa mayor, sintomática de problemas cognoscitivos mayores, en nuestra sociedad actual. Tomaré datos de INFOBAE para analizar lo que hace Petro en X e ideas del libro “Incompletos” de José Carlos Ruiz, filosofo español, muy vigente actualmente, para, además, plantear soluciones a este respecto.

Juan Felipe Sacristán, escribe en artículo del 18 de diciembre del 2023, en la mencionada revista electrónica: “Petro tiene más de 7.1 millones de seguidores en su cuenta en la red social antes conocida como Twitter. Su influencia es tal que es el cuarto líder más influyente del mundo en esa plataforma, según el ranking de 2022 del informe Twiplomacy, solo detrás de Narendra Modi, de la India; Joe Biden, de Estados Unidos; y Tayyip Erdogan de Turquía”. Esto es común en la época que vivimos, desde que se instaló el boom de las redes sociales a partir del 2010. Tan común, que los colombianos hemos “normalizado” fácilmente, y aceptado pasivamente que esto ocurra, en lo mas crucial de la vida social, que es el tipo de gobernanza que nos aplican.

¿Por qué se normalizan situaciones como esta? Una respuesta clara la encontramos fundamentada en libros como el mencionado del filósofo español José Carlos Ruiz. Su libro es la reacción filosófica para analizar nuestra época como hipermoderna, dentro de la cual la filosofía parece claudicar ante la noción moderna anterior, racional, de la felicidad, noción en la que se encontraba implícita la unión de la reflexión con la ética que debe servir de sustento a la práctica del placer.

El sujeto hipermoderno, contrario al anterior, aplica la hiperfelicidad, en la que no se ligan la razón ni la reflexión a la consecución de la vida feliz, sino que se constituye un individuo en el que se disminuyen los elementos reflexivos para tal objetivo, la felicidad, la que deja de ser más integral pasando a formarse -pasajeramente- en la acción de sentirse percibido. “Ser es emocionar, ser percibido implica despertar la emoción en el otro”. Paralelamente, en este momento de nuestra historia, la felicidad se desliga de su unión tradicional al sentido de la moralidad y lo correcto.

Siguiendo al filósofo, que establece la categoría del individuo Hipermoderno, carente de practica reflexiva para buscar la felicidad de manera virtuosa, como decía Aristóteles, es fácil ver que ahora es “muy normal” ser poco dotado de lenguaje profundo y estar dedicado a buscar emocionar a otros con imágenes o palabras que proyecta en sociedad, por medio de redes para sentirse, el mismo, emocionado con retribuciones expresadas en Likes o reproducciones que hacen otros de lo que produce y fue emitido, que por lo general es trivial y poco expresivo debido a su pobreza de lenguaje y se constituye en poco o nada fundamental en cuanto a construcción de valores o buena práctica cultural. Este individuo emocional, nada reflexivo o racional es presa fácil de cualquier discurso, sea falso o verdadero, como el que lanza el presidente por X, muchos de los cuales son noticias falsas y expresiones ideológicas de él, porque lo importante ahora no es la verdad, ni los pensamientos bien elaborados o profundamente sustentados, sino el rápido tráfico de emociones en las redes, las cuales -dicho sea de paso- son fáciles de despertar con cualquier alusión a lo emocional.

De ahí que lideres políticos como Petro acudan a esta vía para “comunicar” sus deseos emocionales provocando emociones en el gran público. Apoyándonos en la neurociencia hoy sabemos de manera básica, que quienes hacen uso frecuente de tal mecanismo tienen rasgos de personalidad megalómana, ególatra, narcisista y mesiánica, aspectos bastantes visibles en el personaje de marras. En consecuencia, se lleva así, por delante, todas las estructuras éticamente correctas, racionales y bien fundamentadas, absolutamente necesarias -para gobernar- cuando el ideal es  construir sociedades profundamente formadas, reflexivas y virtuosas en múltiples aspectos, que serían los fines de un político o líder bien estructurado porque demuestra tener claro al hombre y la sociedad como los fines a servir y no los medios para servirse él como individuo, de acuerdo con Kant.

  • En conclusión: Lo bueno en nuestra condición de hipermodernos es la facilidad y la abundancia con la que hoy contamos para satisfacer nuestras necesidades comunicativas, pero en paralelo, lo malo es que nos hemos convertido en víctimas del deterioro racional, reflexivo y de la perdida del lenguaje pues tal abundancia requiere velocidad en transmisión de algo rápido de lograr, que son las emociones, debido a la facilidad existente de estimularlas. Lo feo es que hemos caído, con demasiada facilidad, en convertirnos en seres manipulables, y, por lo tanto, el coto de caza preferido y mantenido por lideres políticos, medios de comunicación adictos a las Noticias Falsas, pero condicionantes de gustos y tendencias prefabricadas. La facilidad se produce porque el sujeto hipermoderno ha instalado en el mundo hipermoderno la 'indigencia mental'. 

Afortunadamente el libro referido trae una solución muy acorde con los propósitos y fines de la educación: estimular y construir discursos profundos, bien elaborados y hermosamente construidos para formar el pensamiento elegante que es un modo de ser que nos eleva hacia una vida distinguida, un lugar donde se lucha por diferenciarse de la multitud. Esta es la tarea que tenemos y el lugar que estamos obligados a buscar.

Rubén Darío Orozco P

Rector Anglo Español