Los adultos mantenemos atención centrada en hijos y estudiantes, respectivamente, pero por características anteriores, ponemos énfasis en cuidarles su desarrollo físico-corporal, amén de su avance intelectual. Sin embargo, ante cambios aceleradamente disruptivos en las tecnologías, desde la segunda mitad del S XX. Y en las dos décadas transcurridas en el XXI, las cosas han cambiado, peligrosamente, con virtualidad e Internet para ellos, lo que demanda cambiar la esfera del cuidado.
La mencionada transformación peligrosa es uno de los planteamientos centrales que redacta, en forma explícita, el Psicólogo social Jonathan Haidt en su ultimo libro: “La generación ansiosa”, declarado en 2023 el libro del año en EE. UU. por la importancia de la alerta que deja en él y por la actualización de las investigaciones que ya existen, acerca de los gravísimos peligros que entrañan las redes sociales para niños y jóvenes actuales. En consecuencia, hoy tenemos que atender más el cuidado de su transcurso en el mundo virtual porque es el de mayor peligro para ellos.
Señala Haidt, que las últimas generaciones recibimos la influencia de la TV desde las décadas del 50 y 60 del siglo pasado; luego las de aplicativos para juegos virtuales, en las décadas del 70, principalmente en la del 80; pero con la llegada de Internet y la facilidad de los Smartphones, a finales del siglo anterior y las dos primeras décadas de este siglo XXI, se pasó, abruptamente, de una infancia basada en el juego interpersonal, físico, presencial con amigos cercanos, del entorno cercano, a una infancia anclada en estos aplicativos electrónicos que introdujo el mundo virtual en forma directa y personal en el bolsillo y los bolsos de niños y jóvenes, sobre todo desde 2010, pero exponencial desde 2015, con el volumen de ampliación exagerado de redes sociales. Introducido, en primera instancia por Facebook, de Mark Zuckerberg, quien, a propósito de una citación en audiencia publica del Senado de los EE. UU., tuvo que reconocer y pedir disculpas por los daños causados en niños y jóvenes; daños relacionados con temas de abuso sexual infantil, suicidio y pensamientos suicidas, muerte por participación en retos virales, bullyng, autolesiones y explotación sexual.
El libro, además, señala que lo peligroso del asunto es que, tanto niños, jóvenes y adultos no caen en la cuenta del atrapamiento intencional que ejecutan las redes, sumadas a la anterior, como, Snapchat, Instagram, X, TikTok e incluso LinkedIn y WhatsApp, con sus algoritmos diseñados exprofeso, con tal fin, el de atrapar y encerrar en sus dominios a quienes caigan en su red. Las consecuencias negativas de este “cautiverio” se evidencia en niños y jóvenes con cambios del carácter, manifestaciones de agresividades y retiros en soledad a sus habitaciones, el ensimismamiento aislado de su familia, compañeros de estudio, vecinos u otras actividades sociales. Ello se agrava con la perdida, casi total del sueño, desatención en las áreas de estudio, desmotivación frente a ideales trascendentes, porque, entre otras cosas, cae en manos de influenciadores de poca calidad, vacíos, vulgares, que apuntan a la liviandad del vivir.
Por esto último podemos traer a colación el dolor pedagógico que sentimos, como educadores, con la irrupción vulgar de la “Canción +57”, interpretada por los reguetoneros más famosos de Colombia, más no así los mejor educados, que motivó comentarios, como este de una revista:
“Es gravísimo que, a estas alturas de la conversación sobre la narco cultura y la cultura de la violación, se sigan tocando libremente temas como la sexualización a menores en las canciones. Sin importar de que género musical se trate, cantar sobre niñas que “están buenas” no está bien y en lugar de romper con la normalización, este sencillo perpetua la sexualización de menores. Más teniendo en cuenta que en efecto, la prostitución y tráfico de menores en Medellín es un problema que viene empeorando en los últimos años” Revista Rolling Stone.
Afortunadamente parece que ya surge conciencia sobre tales peligros: esclavitud ciega en redes con perjuicios enormes en niños y jóvenes, porque encontramos noticias como la que trae el diario “El Tiempo”: “Australia pone al mundo a hablar de la prohibición de redes a menores de 16 años”, noticia en la sección “A fondo”, en el Tiempo del 10 de noviembre de 2024. En ella se cuenta que Australia pone a discusión en su parlamento un Ley pera prohibir el ingreso del sector juvenil de la sociedad, hasta los 16 años, y que sean las compañías de redes virtuales las que asuman responsabilidades por el ingreso, permanencia o trafico por sus algoritmos enmarañados y esclavizantes.
De esta manera, parece que le podemos tomar la orientación a Jonathan Haidt, quien, en su libro, deja clara esta necesidad de cuidado con nuestros niños y jóvenes:
Nada de Smartphones antes de los 14 años.
Nada de redes sociales antes de los 16 años.
Nada de teléfonos móviles en los Colegios.
Más independencia, juego libre y responsabilidad en el mundo real.
En vista de lo antes dicho, es muy pertinente que las Instituciones Educativas hagamos lo propio: Impedir el uso de Teléfonos móviles, con acceso a Internet dentro del Plantel; incrementar estrategias constantes de juegos interactivos, con relacionamientos físicos, de tal manera que los niños y jóvenes se conozcan mejor y pierdan de vista la mal valorada interacción por medio de redes sociales.
Toca controlar mas y mejor a nuestros hijos y estudiantes, en la virtualidad, para evitarles problemas mayores como los que bien señala el autor en su valioso libro, ¡de obligatoria lectura para padres y educadores!
Rubén Darío Orozco P
Rector Anglo Español