¡Y corrieron la línea ética!
Quienes escuchamos a Sebastián Guanumen en un video preparatorio de estrategias, durante la campaña de Petro, decir tranquilamente que había que estar dispuestos a ejecutar tal acción corrompida, correr la línea ética, nunca nos imaginamos que no solo sería dirigida en esa primera instancia del fragor combatiente propio de enfrentamientos políticos, sino que también la aplicarían fehacientemente en la práctica del gobierno, ¡solo podemos sentir horror ciudadano!
¿Qué se entiende por la mencionada acción corrompida? Quienes la promuevan creen que la ética es flexible, como un caucho, que se puede usar como un traje confeccionado por un sastre, de tal manera, que bastaría encogerla o estirarla a nuestro amaño y tamaño.
Aquellos que así la conciben, piensan equivocadamente, que se puede disponer de ella como un servicio particular de nuestros gustos y/o necesidades. La causa de este pensamiento se encuentra en algún desarrollo histórico - social, en el cual hubo personas que llegaron a pensar así al ser influidos por falsas nociones de principios y valores, asumidas básicamente por narcotraficantes o comerciantes inescrupulosos dedicados al contrabando; también por la variopinta diversidad que padecimos de grupos armados y movimientos subversivos, desde tiempos aciagos, los cuales tuvieron y mantienen un hilo conductor común: la devaluación de la verdad, así como la imperiosa necesidad de engañar a otros con el planteamiento de relativización de esta y los principios y valores de los que hablamos.
Es evidente que el petrismo, hoy gobernante, planeó, diseñó y llevó a la práctica la intención de correr la línea ética con el fin de obtener beneficios particulares suyos, en detrimento del bien público nacional. Desde que la periodista Paula Bolívar descubrió, merced a sus investigaciones, el entramado de corrupción en la UNGRD, hemos sido testigos, cada vez más sorprendidos, del aumento de declaraciones, confesiones y delaciones por parte de actores directos, colaboraciones cercanos y asesores, no solo en esta sola maraña corrompida sino en otras escenas de su actuar, donde ampliaron en forma indebida la línea del comportamiento ético, tanto ministros como sus colaboradores cercanos. Así lo han afirmado Olmedo López, Esneider Pinilla, delatando a Sandra Ortiz, su colaboradora más cercana. Ahora, últimamente, María Alejandra Benavides ha narrado las participaciones del ex ministro del interior, Luis Fernando Velazco y Ricardo Bonilla, ministro de Hacienda, quien por ser su colaboradora cercana fue testigo personal de comportamientos mañosos, en el circulo más poderoso del gobierno para comprar votos y conciencias en el Congreso.
Lo grave de tal situación es descubrirles sus pensamientos y actuaciones signados por comportamientos éticos inadmisibles pues aceptarles o justificarles las mencionadas conductas, seria tanto como aceptar vivir bajo el imperio de la ley de la selva, ya que son hoy nuestros dirigentes y, por serlo están obligados, éticamente, a fomentar y conservar los muy claros y recios principios y valores, necesarios para constituirnos en una sociedad sana, avanzada y correctamente organizada. Al ser ellos dirigentes visibles se constituyen, a pesar de si mismos, en modelos o ejemplos sociales que trazan comportamientos valederos o inválidos según como los cumplan. En este caso están destruyendo al país porque se rapan dineros públicos en beneficios personales y, además, desbaratan la buena educación que están obligados a ejemplificar para las actuales y próximas nuevas generaciones.
La filosofa española Adela Cortina señala que todos somos inevitablemente éticos porque nos construimos y nos cuidamos entre todos. Si aceptáramos los comportamientos políticos anteriormente descritos, entre las actuaciones políticas, sería, como dice este poster: “Renunciar a la vez a la propia humanidad”. No hay razón alguna para dispensar, perdonar o dejar en la impunidad conductas malsanas y corrompidas de algunos politiqueros porque ellos se benefician personalmente, pero es toda la sociedad la que es dañada y deteriorada.
En consecuencia, ante la avalancha que estamos viendo, relacionada con denuncias de corrupción, en distintos momentos de los actuales gobernantes dirigidos por Petro, desde la campaña y actualmente en el ejercicio de gobierno, nos queda la obligación a los colombianos de exigir el accionar oportuno y eficaz de la Justicia, principalmente por las grandes Cortes y Fiscalía, ya que si ellas no operan, bien sea por cercanía con el Gobierno o por simple negligencia, quiere decir que estamos en el peor de los mundos: Uno donde campea el delito y la corrupción a raudales pero protegido por la inacción de la Justicia.
Ante la perversa acción torcida, debidamente evidenciada en esferas gubernamentales del gobierno petrista, que llego al poder con la oferta engañosa del cambio, corresponde hoy mirar con lupa a quienes se ofrezcan para ser elegidos en próximas elecciones, en cuanto a su comportamiento con respecto a las líneas éticas, ¡no sea que nos la vuelvan a correr y quedemos en peor situación!
Rubén Darío Orozco P.
Rector Anglo Español